Adrián estaba convencido de que su padre seguía vivo. Tal vez no lo habían encontrado en ese infierno de hierros retorcidos y humeantes. O tal vez lo habían incorporado por error a la montaña de cadáveres que habían improvisado en aquel maldito túnel del que sólo le quedó grabado el hedor. Lo de su madre era distinto. Ella estaba muerta seguro. Tenía una rara habilidad para estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sin ir más lejos, aunque no le había quedado muy claro el episodio, sabía que por culpa de ella habían llegado tarde a la estación y habían tenido que alcanzar el tren en la siguiente parada, después de batir el récord mundial de velocidad en la ruta con el cochazo de su tío.Habían hecho el papelón de su vida, subiendo a trompicones al vagón, él rojo de vergüenza, su padre rojo de ira y su madre más roja todavía por el peso del equipaje que le había obligado a llevar su esposo como castigo. Para no escuchar la discusión que se avecinaba y de la que ya había tenido suficiente con el anticipo mientras corrían por el andén, se calzó el walkman apenas pudo acomodarse en su lugar. También lo alivió el comprobar que su madre se sentaba junto a él mientras su padre quedaba distanciado, al otro lado del pasillo.
Se durmió acunado por la voz orgásmica de esa cantante que tanto estaban promocionando en los cuarenta principales. Sólo se despertó unos segundos cuando su madre le pidió paso –a empujones- para ir al baño. Su padre hacía rato que se había dado la vuelta para conversar sobre mujeres con un señor gordísimo que iba detrás.
“¡Ay, niño, date prisa, que me voy de vareta!”. Qué fea frase para ser la última que le escuchó, pensaba ahora, una semana más tarde, mientras viajaba en el mismo asiento y otra vez con el walkman colgando. Miró de reojo a su nuevo compañero de viaje, que ni siquiera le había mirado en todos esos días y a quien él ni siquiera le había dirigido la palabra, pero al que se había aferrado pegajosamente sin tener ni idea del porqué. En realidad no creía que ése fuera el motivo, pero empezó a sentir que –aun sin conocerlo- este joven era el novio que siempre había querido para su madre.