Si Dios es amor, la Pasión de su hijo Jesús en la tierra es un amor apasionado. ¿Por qué, entonces, el catolicismo abomina tanto de las pasiones terrenales? ¿Qué ocurre en ese trayecto de ida al cielo y vuelta a la tierra que tanto contamina a todas las demás pasiones hasta convertirlas en reprobables? ¿No será apenas un temor atávico a que se cumplan los designios divinos y que el ejemplo de Jesús se reproduzca en cada hombre? Hasta ahora, el camino más recto hacia la Santidad es una actitud gregaria y acrítica, seguidista. ¿No será que alguien teme que, cuando todos apliquen al pie de la letra las enseñanzas de Cristo, se instaure el Paraíso en la Tierra, aimagen y semejanza del Paraíso celestial? ¿Será que el cielo, que hasta ahora se reserva el derecho de admisión, se resiste a perder su monopolio?
Operario de la información y guerrillero de las letras. Actualmente -como desde hace una década, ya ven- me desempeño en el diario Primera Edición, de Misiones (Argentina). Co autor del libro "Sobre esta piedra", la biografía no oficial de Fernando Lugo antes de convertirse en Presidente de Paraguay y en Padre de la Patria y de sus múltiples bastardos. Contacto: gabardo01@hotmail.com