Obviamente, por más que sea una frase bastante repetida en la última campaña electoral en Misiones, no me refiero a Fiona Giménez, la melodramática vicegobernadora que supimos conseguir. Ultimamente estoy mucho más fashion -por efecto Oscar- y me refiero a Sandra Bullock, la mejor actriz del año según la Academia y (sin que sirva de precedente) también para mí.
Motiva este comentario el fenómeno -del que no recuerdo antecedentes, si hay algún cinéfilo por ahí le ruego que me ayude- de que una misma artista se lleve en un lapso de 24 horas los premios a la mejor y la peor actuación del año: el Oscar por "The blind side" y el Raspberry (Frambuesa) por "Todo sobre Steve". Y el hecho de que tal vez hasta tengan razón en ambos. Pero, sobre todo, el gesto de la Bullock no sólo de ir a retirar su dudoso galardón (algo que sí es bastante más habitual), sino de hacerlo con un impecable sentido del humor -incluyendo gag preparado-, y de volver al escenario al día siguiente para retirar su estatuilla dorada y dar un discurso breve, profundo, efectivo, poco frecuente en esos casos.
Sandra es de esas chicas de belleza dudosa (al menos, según los cánones clásicos: flaca de más, ligeramente cabezona, con rasgos faciales excesivos: nariz grande, boca grande, ojos grandes, pómulos grandes...), que seguramente en la secundaria se habrá destacado como la compañera simpática y no como la diosa de la clase, pero cuya personalidad las hace hermosas. Le ocurre lo mismo a Julia Roberts (incluso en el tema de las proporciones, salvo porque en ella es tooodo demasiado grande) y tal vez, en menor medida pero más recientemente, a Anne Hathaway. La cámara las adora. Y nosotros con ella.
Probablemente por su físico alejado del prototipo del star system de la época, Sandra Bullock se hizo conocida con una película de acción ("Speed") y luego consolidó su carrera con una seguidilla de comedias a las que la condenó su aspecto simpático. Hasta que le llegó la oportunidad de "El lado ciego" y demostró de lo que es capaz en el registro dramático. Un premio merecido y entrañable. Una vez más, gracias Academia.