¡Eu! Tal vez el portugués -sin olvidar a su desafortunado hermano mellizo, el gallego- sea la lengua inmortal o, mejor dicho, atemporal (categoría que todas sus demás parientes se disputan). Tal vez el Evangelio no sea la Buena Noticia porque los beatos clásicos se dieran tantas ínfulas con su conocimiento del griego, sino sólo porque es la Noticia de Mí. Al fin y al cabo, la buena noticia no es más que el crucero terrenal de Dios hecho hombre.